Monday, May 10, 2010

¿Qué pasó con Juan Piperis?

José Musse

A Juan Piperis lo conocí hace 25 años, era en ese tiempo Vice Comandante Departamental del Callao, era el segundo de Mauricio Caltmet Agnelli. Juntos hacían una dupla estupenda. Era él, un joven oficial que sabía su trabajo, técnico en los temas de emergencia, era además accesible y carecía de poses y tontas pretensiones. Manejaba en esos días un poderoso y deportivo TransAm amarillo. No me imagino a otro piloto que quedara también al volante de un auto como ese.

Tenía en esos días un carisma y energía que hacia imposible que la gente que lo rodeara no terminara queriéndole. Educado, con una bella esposa y unos hijos bien formados, eran la personificación de los Kennedy convertido en bomberos. Era el ejemplo a seguir. Todos querían ser como él.

Décadas después, se enfrentó torpemente con mi hermano durante una Feria de Seguridad. A quien le dijo que el Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales era ilegal. ¿De donde sacó eso? ¿Quién lo asesoró legalmente para hacer tan descabellada afirmación jurídica? Lo ignoro, pero me quedó claro que luego de 20 años no era el mismo que conocí. Se dibujo ante mí con un bombero torpe que no sabia lo que hablaba, peor, descuidado en sus afirmaciones.

Habíamos conversado muchas veces y siempre pensé que sí ha alguien le gustaría la idea de desafiar al propio establishment y a la vacas sagradas del CGBVP creando el Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales seria él. Pero debo reconocer que me equivoqué y me costo tiempo entender que ya no era él más la promesa del cambio, sino el nuevo símbolo del establishment.

Revisando el episodio con mi hermano en aquel tiempo, recordé que trabajando en el Comando Nacional como Encargado de la Seguridad Operativa del CGBVP, Piperis tenía molesto a Tulio Nicolini, porque sabía que este lo criticaba. Nicolini le encargó una misión que si la memoria no me falla incluía viajar al extranjero. Preguntado Nicolini por otro oficial de mayor jerarquía de la mía, por qué lo hacia -recompensar a este con tan gratificante trabajo- siendo Piperis un critico de su gestión. Nicolini respondió “Es un caramelo para que no moleste” y ciertamente Piperis habría dejado de criticar a Nicolini luego del “caramelo”.

Fue en ese momento que me di cuenta que estábamos frente a otra persona. El joven delfín, promesa de los bomberos más jóvenes que anhelaban cambios y modernidad, no era más Juan Piperis Caravasi. Cuando ocurrió la Marcha de los Cuatro Suyos y el Cuerpo de Bomberos del Perú se enlodó en politiquería que costó ocho vidas, y su Comandante General salió apresuradamente a culpar a la oposición del gobierno de incendiarismo, sin previa investigación, quedó patente otra cosa. Él no fue la voz poderosa que debió denunciar esa rotura de neutralidad política, ni fue el instrumento del cambio necesario que vino con la caída de la mafia Fujimori-Montesinos. Fue todo ausencia y silencio.

Piperis había mutado de “promesa” para convertirse en cabeza de la guardia pretoriana. Guardián celoso de los emperadores del CGBVP. Empezando el Segundo Milenio fue tal su cambio que los rumores no confirmados de negociados que lo involucraban eran muchos, se dice hasta alarmaron al mismo Nicolini, quien no tuvo otra alternativa que apartarlo del camino.

No era delfín sino tiburón.

Piperis no quiso escuchar a los bomberos que él sabia eran progresistas, y quienes le advertían de los peligros que se avizoraban con su nuevo comportamiento. Por el contrario escuchó a Cassareto, Lynch, Vidal.

Donde gobierna el lodo, no hay espacio para el trigo limpio y si Piperis prefirió rodearse de un círculo de personas, a las que llamaré de comportamiento “singular”, inmediatamente los otros darán un paso atrás, simplemente el agua cristalina no quiere ensuciarse. Piperis se aíslo acercándose al lado oscuro.

El flamante y nuevo comandante general encargado Juan José Piperis Caravasi (debido a la enfermedad terminal del titular Roberto Ognio), sabía que tenía asuntos pendientes con la justicia. Igual obnubilado por el poder y la ambición, quiso postular a tan visible cargo. Se creyó invencible, era el nuevo “Bruce Todopoderoso” vestido de rojo, que encaramado en la cima de la antena del Comando Nacional, juró que se saldría con la suya y salió chamuscado.

Dicen que de “invencible” a “imbécil” lo tacharon sus más cercanos colaboradores, cuando se supo que la sentencia del 7 de enero del 2010 lo encontró culpable de corrupción.

Ahora era cuestión de tiempo y de ambiente político para que su cabeza rodara y finalmente, cayó del cadalso el 27 de abril, cuando el Presidente Alan García era abrumado por acusaciones de peculado y corrupción de funcionarios importantes en el gobierno, incluyendo a los secretarios generales de su partido.

No se puede sentir pena por Piperis, sino vergüenza y enojo. Lo que hizo, fue un acto en pleno conocimiento. La justicia habló, es culpable.

Orgulloso, petulante, arrogante quiso escuchar solo lo que queria oir. Convirtió a verdaderos amigos en enemigos, bomberos interesados en colaborar con él, en indiferentes y a cercanos en lejanos. Ahora sabrá que sus amigos quisieron ayudarlo y él los apartó de mala gana.

Ahora en su mazmorra de soledad y vergüenza debe haber entendido, ya muy tarde lo que he escrito. Si andas con perros rabiosos, tarde o temprano te morderán y luego consumirán.

El primero de diciembre del 2002 se publicó en la revista “Desastres.org” el editorial “Piperis se va sin pena ni gloria” en aquellos años ya se advertía del cambio y la prematura decepción. ¿Qué hizo en 8 años? Solo empeorar.

En lugar de cambiar y escuchar lo que bomberos honestos tenían que decirle através de esta revista y recuperar el buen camino, prefirió ver a “Desastres.org” como un enemigo plagado de resentidos.

Apropósito, no me imagino a alguien que deba estar más resentido consigo mismo, que él.

A Juan Piperis no le corresponde una carta o resolución de despedida con gratitud por los servicios prestados, como se rumorea Roberto Ognio fue corriendo a escribirle. Si esa carta existe debe ser anulada inmediatamente por ser burla al gobierno y al poder judicial.

A Piperis le corresponde la degradación y expulsión de la institución. La única formula que tiene el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú para recuperarse de tan sonado caso. Facturas sobrevaluadas es robarle a un país, peor si este país es pobre. Una nación cuya mitad de la población vive no en pobreza sino en extrema pobreza es un acto de traición a la patria y a la vez un crimen contra la humanidad. Después de todo ¿Cuántos niños desnutridos y enfermos se pueden salvar con todo el valor de esas medicinas sobrevaluadas que la justicia reclama a Piperis Caravasi?

Anakin Skywalker se convirtió en Darth Vader.

(*): Site del autor: www.josemusse.com

E-mail: jmusse@desastres.org