El tema del Comandante de Incidentes es muy complejo. Es un puesto que requiere balancear muchos 'peros', 'puede ser' y 'quizás'. Para llegar asumir ese puesto no se puede ser un buen estudiante de protocolos y sistemas. Se requiere mucha madurez y tener una especial sensibilidad por los hombres a los que se ordena.
Quien lo toma a la ligera, debe mejor dejar pasar este puesto.
No es malo dejar pasar este puesto, es saber reconocer las limitaciones personales. Una adecuada introspección de nosotros mismos y capacidades. 'Por ahora no, mañana quizá si' es mejor que lamentar una mala decisión que desenlace en el funeral de alguien.
Humildad es esencial. Pero no es la humildad falsa que flagela egos, que pretende ser modesto con los logros personales. Es la humildad de saber reconocer si se es capaz para afrontar tal o cual situación. Ese es el espíritu del Sistema de Comando de Incidencias; buscar al mas capaz para dirigir.
Quien es bueno para enfrentar un fuego estructural no siempre es el mejor para un incendio de líquidos inflamables.
Cuando planeamos introducir el Sistema de Comando de Incidencias en América Latina, trabajaba horas en el desarrollo de simuladores virtuales 3D. Un artista me preguntó como debía representar a un Comandante de Incidencias. 'Un jefe' dijeron varios de mis colaboradores, 'un jefe que tenga cara de serio' dijeron otros. La idea no era mala, pero cuando se concibió un jefe solitario consciente de todo el peso de sus decisiones, me pareció mejor. Este es el resultado: