Desde que fundé esta revista en 1997 hice una de mis misiones no solo entrenar y elevar a los bomberos latinoamericanos sino que fue advertir que la corrupción cuesta vidas, que la corrupción está truncando el futuro del país. Que aceptar sobornos o enriquecerse ilegalmente al comprar equipo de bomberos es un acto de traición a la patria.
Poco me tardó en descubrir que los bomberos peruanos no solo defendían los actos de corrupción de sus superiores, sino que atacaban virulentamente no solo mis denuncias sino la de todo aquel que advertía el caos que se veía venir. Bomberos que conocía muy bien se convirtieron en mis mayores difamadores, argumentando y afirmando cosas que sabían ellos muy bien eran falsas. Así fue pasando por años, hasta que en el 2010 el Cuerpo de Bomberos del Perú quedó acéfalo.
Todo oficial calificado para asumir la comandancia general tenía sentencias de corrupción en el poder judicial y por tanto inhabilitados de asumir puestos en el estado peruano. El caos fue tan grande que alguien que no fue bombero debió asumir la comandancia general. Alguien que desconocía de técnica bomberil era el jefe supremo.
A este punto era claro que los bomberos peruanos habían trabajado denodadamente para mandar a la mierda a la institución que decían amaban.
Habían dos tipos de bomberos, los que sabían que estaban mal pero trabajaban porque les convenía por la posición que aspiraban o mantenían y no querían tener problemas con el status quo y el otro género, el que no decía nada porque con ellos no era. Cómplices por omisión en cualquier sistema judicial. En otras palabras, la plana bomberil era de ladrones o eran cobardes.
Ese mal que ocurría en la institución bomberil fue pasando en otras organizaciones del país. El Perú estaba enfermo y a sus ciudadanos no les importaba. En menos de cuatro años el país ha tenido cuatro presidentes, uno de ellos duró menos de una semana. Todos acusados o denunciados por graves casos de corrupción. Ex presidentes en la cárcel o perseguidos por la justicia, uno se suicidó cuando iba a ser arrestado, Alan Garcia prefirió disparar a sus sesos antes que ir a la cárcel.
Hoy en plena pandemia, cuando Estados Unidos de América ha vacunado a un millón de personas en una semana y ha comprometido 200 millones de vacunas de Pfizer y Moderna, el Perú no ha contratado ninguna, los ex gobernantes se culpan unos a otros, ninguno lo hizo. El país a la deriva.
El peruano muere y morirá en grandes números por esta ausencia de vacuna, en algunos casos será porque ellos mismos se hicieron matar, aplaudiendo gobernantes corruptos y en otros casos porque no tuvieron la visión de entender lo mortífera que es la corrupción generalizada.
José Musse
New York, USA.