Sunday, August 10, 2025

What Fire Officers Can Learn from Captain Jean-Luc Picard

When we look at the commanding presence of Captain Jean-Luc Picard in Star Trek: The Next Generation, it becomes clear that his way of leading was not just for science fiction. His approach offers enduring lessons for leadership in high-risk, real-world professions like firefighting. Picard’s career in Starfleet was built on ethical integrity and moral courage. In the episode Measure of a Man, he defends the rights of his android officer, Data, standing firm for principle over expedience. In firefighting, the same values apply. Ethical leaders inspire long-term trust, strengthen their crews, and enhance public confidence. Transparent accountability and formal ethics training help departments uphold these values.

Picard was known for calm decision-making under pressure. He famously said, “It is possible to commit no mistakes and still lose. That is not a weakness; that is life.” This mindset is crucial in firefighting where conditions are volatile, outcomes are uncertain, and mistakes can be fatal. Officers who keep their composure and base actions on sound assessment set the tone for safety and efficiency. His ability to empower and develop his crew was another hallmark. In “The Ensigns of Command,” he challenged Data with complex negotiations, encouraging him to grow through responsibility. Fire officers can follow this example by creating mentorship opportunities, giving less experienced members chances to lead in controlled situations, and fostering an environment where professional growth is a shared goal.

Honesty was at the core of Picard’s leadership. In The First Duty, he tells a young officer, “The first duty of every Starfleet officer is to the truth.” For the fire service, truth in after-action reports, open debriefings, and accurate communication are essential for safety and trust. Picard also knew that leadership required adaptability. “There can be no justice so long as laws are absolute,” he said, recognizing the need for judgment in applying rules. Similarly, firefighting leaders must follow standard procedures while adapting to evolving conditions on the ground.

Picard was never afraid to admit when he needed help, even turning to his adversary Q during the Borg crisis. In firefighting, recognizing limits and calling for mutual aid is a sign of wisdom, not weakness. His inclusive command style meant he actively listened to his senior staff, valuing even dissenting views, which parallels the benefit of considering diverse perspectives in fireground strategy.

Beyond tactical skill, Picard balanced strength with humility and took reflective moments amid chaos, often with his signature “Tea, Earl Grey, hot.” In the fire service, short rituals such as quick mental resets or brief team huddles can help maintain clarity in high-stress situations.

Captain Jean-Luc Picard’s leadership embodies ethics, adaptability, mentorship, humility, and the courage to face complexity head-on. These qualities, when applied to modern firefighting, create leaders who inspire trust, nurture skill, and guide their crews through both the predictable and the unexpected. His fictional voyages remind us that great leadership, in space or on the fireground, is not about power but about service, responsibility, and the pursuit of truth.

José Musse, Director of Fire Training Center of Peru

New York City

DESASTRES.org

*The Fire Training Center of Peru (Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales) is an independent, privately operated organization with no affiliation to the Peruvian government or any official fire service.

¿Quién es tu Omayra Sánchez?

Últimamente, he comenzado mis conferencias sobre preparación para emergencias haciendo una pregunta al público: ¿Quién es tu Omayra Sánchez?

En 1985, Omayra Sánchez, una niña de 13 años, murió tras quedar atrapada bajo los escombros provocados por la erupción del volcán Nevado del Ruiz en Colombia. Permaneció tres días sumergida en el agua, inmovilizada, mientras los rescatistas no lograban salvarla por falta de equipo adecuado. Su agonía fue transmitida en todo el mundo, convirtiéndose en un símbolo desgarrador de tragedia y del fracaso gubernamental, especialmente por no haber actuado ante las alertas tempranas del volcán. Muchos, incluyéndome, vimos en vivo las transmisiones mientras helicópteros sobrevolaban y llegaban expertos en rescate y bomberos. Sin embargo, al final, Omayra murió ante los ojos de millones de personas en transmisiones nacionales e internacionales.

Desde entonces, Omayra Sánchez se ha convertido en un símbolo de lo que ocurre cuando las organizaciones de rescate no logran proteger a sus ciudadanos. Su historia es un doloroso recordatorio de las consecuencias de estar desprevenidos. Las lecciones que extraemos de su muerte subrayan la necesidad urgente de capacitación, preparación y del equipo adecuado para todos aquellos que no quieren tener una tragedia similar en sus manos.

En la década de 1980, un poderoso terremoto sacudió el norte de Armenia, entonces parte de la Unión Soviética, devastando ciudades como Spitak y lo que hoy es Gyumri. En cuestión de segundos, edificios enteros colapsaron. Alrededor de 25,000 personas murieron, más de 15,000 resultaron heridas y aproximadamente 500,000 quedaron sin hogar. Hospitales, escuelas y fábricas quedaron reducidos a escombros. La magnitud del desastre sobrepasó la capacidad de respuesta de los servicios soviéticos de emergencia y provocó un raro momento de apertura durante la Guerra Fría, cuando países tanto del Este como del Oeste ofrecieron ayuda.

Lo que más llamó la atención, sin embargo, fue la vergüenza que sintieron las autoridades rusas al ver llegar equipos de rescate de Francia, el Reino Unido, Estados Unidos, Japón e Israel, con mejor capacitación y equipamiento. La insuficiencia era innegable. La culpa, abrumadora. Muchos juraron que tal fracaso no volvería a repetirse. De esa determinación nació EMERCOM, el Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia. Se convirtió en una de las agencias de respuesta a emergencias más destacadas del mundo y eventualmente comenzó a desplegar equipos de élite, bien equipados, en desastres internacionales.

Luego, el 25 de enero de 1999, EMERCOM respondió a un terremoto masivo en Armenia —no en la antigua república soviética, sino en una ciudad de Colombia con un nombre inquietantemente similar al que había desencadenado su transformación. Para muchos dentro de EMERCOM, fue como cerrar un círculo. Se habían redimido. De algún modo, habían exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos tenemos nuestra propia Omayra Sánchez. No tiene que ser un desastre catastrófico. Puede ser no haber estirado una línea de manguera lo suficiente para proteger una vivienda. Haber pasado por alto un detalle crítico que empeora la condición de un paciente. O haber ignorado algo pequeño que termina en tragedia.

Creo que el Servicio de Bomberos de Londres enfrentó su propia Omayra Sánchez durante el incendio de la Torre Grenfell en 2017, un edificio residencial de 24 pisos que ardió durante 60 horas y cobró la vida de 72 personas. Los bomberos fueron tomados por sorpresa, a pesar de las advertencias de incidentes anteriores como el incendio de Lakanal House en 2009. Esa tragedia ya había expuesto los peligros del revestimiento combustible y los procedimientos de evacuación defectuosos. Sin embargo, no se tomaron medidas significativas. La política de “quedarse en el lugar” no fue cuestionada, y el uso de materiales inflamables en el exterior continuó. La falta de acción costó vidas. A los ojos de muchos, esa noche el Servicio de Bomberos de Londres falló a las personas que debía proteger. Si aprenden y se preparan para situaciones similares, habrán exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos cometemos errores. Fallamos, y seguiremos fallando, porque somos humanos. Pero en medio de crisis presupuestarias, políticas incoherentes y obstáculos políticos, debemos mantenernos alerta. Debemos construir servicios de emergencia que aprendan de sus propios errores y de los errores de otros.

La clave está en construir un sistema basado en la inteligencia, que revise respuestas pasadas, analice fallos y fomente discusiones abiertas y honestas. Todos tenemos espacio para mejorar. Todos tenemos algo que perfeccionar.

El objetivo no es la perfección. El objetivo es ser mejores que ayer. Ese es el verdadero poder que tenemos en nuestras manos.

José Musse, Director del Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru)

New York City

DESASTRES.org

*El Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru) es una organización independiente de gestión privada, sin afiliación al gobierno peruano ni a ningún servicio oficial de bomberos.

Wednesday, August 6, 2025

Cómo la Privación del Sueño Pone en Peligro la Seguridad de los Bomberos

Por muchos años, especialmente en los departamentos de bomberos profesionales con turnos de 24 horas, el sueño interrumpido y la fatiga persistente han sido simplemente parte del trabajo. Los bomberos han seguido durante mucho tiempo horarios exigentes como el de 24 horas de trabajo por 48 de descanso o el horario Kelly, respondiendo con frecuencia a emergencias nocturnas, cumpliendo responsabilidades en la estación durante el día e incluso trabajando en empleos adicionales durante sus días libres. En los departamentos de bomberos voluntarios, la situación puede ser igual de demandante, muchos miembros responden a alarmas a cualquier hora, incluso después de una jornada completa en sus trabajos regulares.

Sin embargo, en las últimas dos décadas, estudios científicos en campos como la neurociencia y la salud ocupacional han revelado el profundo impacto que tiene la pérdida crónica de sueño en el rendimiento mental y físico. Se ha demostrado que la privación del sueño deteriora la memoria, la toma de decisiones, la coordinación motora y la capacidad para manejar el estrés, todas habilidades esenciales en el escenario de un incendio.

La Dra. Laura K. Barger, investigadora del sueño en la Facultad de Medicina de Harvard, ha señalado: “La privación del sueño en los bomberos no es solo una cuestión de calidad de vida. Afecta directamente su tiempo de reacción, juicio y capacidad para evaluar riesgos durante las operaciones de emergencia.”

Más allá del rendimiento, la privación del sueño se ha relacionado con una serie de problemas de salud graves. La pérdida de sueño a largo plazo y los trastornos del sueño no tratados están asociados con mayores riesgos de hipertensión, diabetes, depresión, obesidad, accidentes cerebrovasculares e infartos.

Fatiga y seguridad operativa

Numerosos estudios confirman que la fatiga tiene un impacto medible en la seguridad. Cuando los bomberos operan con poco o ningún sueño, sus tiempos de reacción pueden ralentizarse a niveles comparables con los de una persona con una concentración de alcohol en sangre entre 0.05% y 0.1% después de haber estado despierta entre 17 y 24 horas. En ese estado, la toma de decisiones se vuelve poco confiable, especialmente bajo estrés. Los bomberos pueden tener dificultades para reconocer peligros, seguir el desarrollo de las condiciones o comunicarse eficazmente por radio. Los accidentes que involucran vehículos de bomberos tienden a aumentar en las primeras horas de la mañana, cuando la alerta mental está en su punto más bajo.

Un estudio importante, publicado en el Journal of Occupational and Environmental Medicine en 2016, encontró que los bomberos con mala calidad de sueño tenían más del doble de probabilidades de lesionarse mientras estaban de servicio. En reconocimiento de estos hallazgos, el estándar NFPA 1500 de la Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA, por sus siglas en inglés) enfatiza la importancia del sueño como parte de la preparación operativa. También alienta a los departamentos a desarrollar programas formales de gestión de la fatiga.

El sueño y el juicio en el escenario del incendio

Operar en entornos de alto riesgo y de rápida evolución requiere juicio agudo y agilidad mental. En el lugar del incendio, los bomberos deben tomar decisiones rápidas mientras evalúan peligros impredecibles. Cuando una persona está privada de sueño, su cerebro tiene dificultades para bloquear distracciones, seguir los protocolos bajo presión y adaptarse a cambios inesperados en las condiciones.

El Dr. Charles Czeisler, jefe de la División de Medicina del Sueño del Hospital Brigham and Women’s, ha señalado que la pérdida de sueño deteriora la corteza prefrontal, la región del cerebro responsable de la toma de decisiones complejas. Advierte que la fatiga aumenta el riesgo de que los oficiales pasen por alto indicadores clave del comportamiento del fuego, retrasen órdenes de evacuación o comuniquen de forma incorrecta tácticas críticas.

Hacia estrategias más inteligentes

En respuesta a este creciente cuerpo de investigaciones, muchos departamentos de bomberos han comenzado a adoptar estrategias para gestionar la fatiga de manera más efectiva. Estos esfuerzos incluyen limitar los turnos consecutivos de 24 horas, asegurar un tiempo adecuado de recuperación entre llamadas, permitir siestas cuando sea posible e incluir educación sobre el sueño en los programas de formación para bomberos. Algunos departamentos también han comenzado a utilizar tecnología para monitorear la alerta durante despliegues prolongados, como en incendios forestales.

Organizaciones como la Asociación Internacional de Jefes de Bomberos (IAFC, por sus siglas en inglés) y el Consejo Nacional de Bomberos Voluntarios (NVFC) también están promoviendo el cambio. Recomiendan que los departamentos realicen evaluaciones de riesgo por fatiga y diseñen políticas e instalaciones que respalden hábitos de sueño saludables, desde la rotación de turnos hasta dormitorios silenciosos.
José Musse New York City

¿Quién es tu Omayra Sánchez?

ltimamente, he comenzado mis conferencias sobre preparación para emergencias haciendo una pregunta al público: ¿Quién es tu Omayra Sánchez?

En 1985, Omayra Sánchez, una niña de 13 años, murió tras quedar atrapada bajo los escombros provocados por la erupción del volcán Nevado del Ruiz en Colombia. Permaneció tres días sumergida en el agua, inmovilizada, mientras los rescatistas no lograban salvarla por falta de equipo adecuado. Su agonía fue transmitida en todo el mundo, convirtiéndose en un símbolo desgarrador de tragedia y del fracaso gubernamental, especialmente por no haber actuado ante las alertas tempranas del volcán. Muchos, incluyéndome, vimos en vivo las transmisiones mientras helicópteros sobrevolaban y llegaban expertos en rescate y bomberos. Sin embargo, al final, Omayra murió ante los ojos de millones de personas en transmisiones nacionales e internacionales.

Desde entonces, Omayra Sánchez se ha convertido en un símbolo de lo que ocurre cuando las organizaciones de rescate no logran proteger a sus ciudadanos. Su historia es un doloroso recordatorio de las consecuencias de estar desprevenidos. Las lecciones que extraemos de su muerte subrayan la necesidad urgente de capacitación, preparación y del equipo adecuado para todos aquellos que no quieren tener una tragedia similar en sus manos.
En la década de 1980, un poderoso terremoto sacudió el norte de Armenia, entonces parte de la Unión Soviética, devastando ciudades como Spitak y lo que hoy es Gyumri. En cuestión de segundos, edificios enteros colapsaron. Alrededor de 25,000 personas murieron, más de 15,000 resultaron heridas y aproximadamente 500,000 quedaron sin hogar. Hospitales, escuelas y fábricas quedaron reducidos a escombros. La magnitud del desastre sobrepasó la capacidad de respuesta de los servicios soviéticos de emergencia y provocó un raro momento de apertura durante la Guerra Fría, cuando países tanto del Este como del Oeste ofrecieron ayuda.

Lo que más llamó la atención, sin embargo, fue la vergüenza que sintieron las autoridades rusas al ver llegar equipos de rescate de Francia, el Reino Unido, Estados Unidos, Japón e Israel, con mejor capacitación y equipamiento. La insuficiencia era innegable. La culpa, abrumadora. Muchos juraron que tal fracaso no volvería a repetirse. De esa determinación nació EMERCOM, el Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia. Se convirtió en una de las agencias de respuesta a emergencias más destacadas del mundo y eventualmente comenzó a desplegar equipos de élite, bien equipados, en desastres internacionales.

Luego, el 25 de enero de 1999, EMERCOM respondió a un terremoto masivo en Armenia —no en la antigua república soviética, sino en una ciudad de Colombia con un nombre inquietantemente similar al que había desencadenado su transformación. Para muchos dentro de EMERCOM, fue como cerrar un círculo. Se habían redimido. De algún modo, habían exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos tenemos nuestra propia Omayra Sánchez. No tiene que ser un desastre catastrófico. Puede ser no haber estirado una línea de manguera lo suficiente para proteger una vivienda. Haber pasado por alto un detalle crítico que empeora la condición de un paciente. O haber ignorado algo pequeño que termina en tragedia.

Creo que el Servicio de Bomberos de Londres enfrentó su propia Omayra Sánchez durante el incendio de la Torre Grenfell en 2017, un edificio residencial de 24 pisos que ardió durante 60 horas y cobró la vida de 72 personas. Los bomberos fueron tomados por sorpresa, a pesar de las advertencias de incidentes anteriores como el incendio de Lakanal House en 2009. Esa tragedia ya había expuesto los peligros del revestimiento combustible y los procedimientos de evacuación defectuosos. Sin embargo, no se tomaron medidas significativas. La política de “quedarse en el lugar” no fue cuestionada, y el uso de materiales inflamables en el exterior continuó. La falta de acción costó vidas. A los ojos de muchos, esa noche el Servicio de Bomberos de Londres falló a las personas que debía proteger. Si aprenden y se preparan para situaciones similares, habrán exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos cometemos errores. Fallamos, y seguiremos fallando, porque somos humanos. Pero en medio de crisis presupuestarias, políticas incoherentes y obstáculos políticos, debemos mantenernos alerta. Debemos construir servicios de emergencia que aprendan de sus propios errores y de los errores de otros.

La clave está en construir un sistema basado en la inteligencia, que revise respuestas pasadas, analice fallos y fomente discusiones abiertas y honestas. Todos tenemos espacio para mejorar. Todos tenemos algo que perfeccionar.

El objetivo no es la perfección. El objetivo es ser mejores que ayer. Ese es el verdadero poder que tenemos en nuestras manos.

José Musse New York City

Sunday, June 15, 2025

Seguridad Operacional

Si no sabes dónde está tu equipo, no tienes el control: el fuego lo tiene. La seguridad operativa es la base de toda respuesta eficaz en el escenario de un incendio. Los bomberos trabajan rutinariamente en condiciones peligrosas y su supervivencia a menudo depende de un compromiso inquebrantable con las prácticas de seguridad establecidas. Estas directrices no son meros procedimientos; son medidas que salvan vidas.

La capacitación ya no es solo un término genérico. No se trata simplemente de aprender a manejar una manguera o escalar con una escalera. Hoy en día, una formación efectiva implica comprender los principales riesgos dentro de tu distrito y desarrollar con tu equipo las respuestas tácticas adecuadas. Es necesario visitar estos lugares, familiarizarse con los posibles escenarios y practicar los planes de respuesta. Estar preparado significa reducir sorpresas relacionadas con los tipos de construcción, cerramientos de edificios y materiales que puedas encontrar.

La Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA, por sus siglas en inglés) aborda esta necesidad crítica mediante la norma NFPA 1500: Norma sobre el Programa de Seguridad, Salud y Bienestar Ocupacional del Cuerpo de Bomberos. Esta norma exige un enfoque integral que incluya planificación de gestión de riesgos, uso adecuado del equipo de protección personal (EPP), capacitación periódica, evaluaciones de aptitud para el servicio y esfuerzos estructurados de rehabilitación durante las operaciones de emergencia. En particular, la Sección 4.1 establece que todo cuerpo de bomberos debe implementar un programa de seguridad y salud destinado a identificar peligros y garantizar un entorno de trabajo seguro para todo el personal.

La Administración de Incendios de los Estados Unidos (USFA, por sus siglas en inglés) refuerza estos objetivos mediante el análisis de datos y operaciones. Sus hallazgos demuestran constantemente que los errores evitables como desviarse de los procedimientos operativos estándar o descuidar principios fundamentales de seguridad siguen siendo una de las principales causas de lesiones y muertes entre bomberos. Su solución recomendada se basa en un liderazgo sólido, cohesión del equipo y una mayor conciencia situacional.

Para garantizar la seguridad desde el nivel de mando, se aplica universalmente el Sistema de Comando de Incidentes (ICS, por sus siglas en inglés) en las escenas de emergencia. Requerido por la norma NFPA 1561 y fundamental dentro del Sistema Nacional de Gestión de Incidentes (NIMS) de FEMA, el ICS ayuda a gestionar los incidentes a través de roles de liderazgo definidos, comunicación estructurada y despliegue sistemático de recursos. Dentro de este marco, la responsabilidad es esencial. Herramientas como los Informes de Responsabilidad del Personal (PAR, por sus siglas en inglés), junto con los sistemas de etiquetas y pasaportes, ayudan a garantizar que todas las personas en la escena estén localizadas en todo momento. Esta supervisión suele estar a cargo de Oficiales de Seguridad capacitados conforme a la norma NFPA 1521.

Un PAR es una confirmación verbal de un líder de equipo o supervisor indicando que todos los bomberos bajo su mando están seguros y localizados. Estas verificaciones se realizan en momentos críticos como después de colapsos o flashovers, tras llamadas de emergencia (mayday), o cuando hay un cambio en la estrategia operativa, por ejemplo, al pasar de un modo ofensivo a uno defensivo. En esencia, actúan como listas de control en momentos donde la claridad y la rapidez son esenciales.

Junto con los PAR funcionan los sistemas de etiquetas y pasaportes, que proporcionan seguimiento físico del personal. En el sistema de etiquetas, cada bombero lleva una placa de identificación, a menudo metálica o de plástico resistente, con información identificativa. Al ingresar a una zona peligrosa, la etiqueta se entrega a un oficial de responsabilidad o se coloca en un tablero de estado. Esta etiqueta se devuelve cuando el bombero sale, creando un método simple pero eficaz para saber quién está dentro y dónde.

El sistema de pasaportes amplía este concepto a equipos completos. Cada vehículo de emergencia lleva un tablero o tarjeta con etiquetas de velcro con el nombre de cada miembro de la tripulación. Cuando una unidad es asignada a una zona operativa específica, el pasaporte se entrega al supervisor de esa división. A medida que los equipos se mueven entre zonas o rotan para descanso y rehabilitación, su estatus se actualiza en el tablero. Esto permite al personal de mando tener una visión clara de quién está trabajando y en qué lugar en todo momento.

Estos sistemas previenen el trabajo independiente (freelancing) al asegurar que solo el personal asignado y contabilizado opere dentro de las zonas de peligro. En caso de una emergencia mayday, permiten identificar rápidamente a los miembros desaparecidos y su última ubicación conocida, reduciendo drásticamente el tiempo necesario para el rescate. También hacen que los PAR sean más eficientes y confiables al respaldarlos con registros tangibles, no solo conteos mentales.

Los cuerpos de bomberos que integran estos métodos de control en sus operaciones diarias, no como una carga burocrática sino como herramientas estratégicas, están mejor preparados para proteger a sus miembros durante incidentes críticos. Los sistemas de responsabilidad no son trabas administrativas. Son estructuras probadas para salvar vidas.

José Musse, Director del Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru)

New York City

DESASTRES.org

*El Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru) es una organización independiente de gestión privada, sin afiliación al gobierno peruano ni a ningún servicio oficial de bomberos.

Operational Safety

If you don't know where your team is, you're not in control, the fire is. Operational safety is the foundation of every effective fireground response. Firefighters routinely work in hazardous conditions, and their survival often hinges on unwavering commitment to established safety practices. These guidelines are not just procedural; they are life-preserving measures.

Training is no longer just a generic term. It’s not simply about learning how to carry a fire hose or handle a ladder. Today, effective training means understanding the key risks within your district and developing the appropriate tactical responses with your team. You need to visit these locations, become familiar with potential scenarios, and practice your response plans. Be prepared. Reduce surprises related to construction types, building enclosures, and materials you may encounter.

The National Fire Protection Association (NFPA) addresses this critical need through NFPA 1500: Standard on Fire Department Occupational Safety, Health, and Wellness Program. This standard calls for a comprehensive approach that includes risk management planning, proper use of personal protective equipment (PPE), regular training, fitness-for-duty evaluations, and structured rehabilitation efforts during emergency operations. Specifically, Section 4.1 mandates that every fire department implement a safety and health program aimed at identifying hazards and ensuring a secure working environment for all personnel.

The U.S. Fire Administration (USFA) reinforces these objectives through data and operational analysis. Their findings consistently show that avoidable mistakes, such as deviating from standard operating procedures or neglecting core safety principles, remain leading causes of firefighter injuries and fatalities. Their recommended solution involves strong leadership, crew cohesion, and enhanced situational awareness.

To ensure safety from the top down, the Incident Command System (ICS) is universally applied at emergency scenes. Required under NFPA 1561 and central to FEMA’s National Incident Management System (NIMS), ICS helps manage incidents through defined leadership roles, structured communication, and systematic deployment of resources. Within this framework, accountability is essential. Tools like Personnel Accountability Reports (PARs), along with tag and passport systems, help ensure that everyone on scene is accounted for at all times. Oversight is typically handled by Safety Officers trained according to NFPA 1521.

A PAR is a verbal confirmation from a team leader or supervisor that all firefighters under their command are safe and accounted for. These checks occur at critical moments such as following collapses or flashovers, after mayday calls, or whenever there is a shift in operational strategy, for example, switching from offensive to defensive mode. In essence, they act as roll calls during moments when clarity and speed are essential.

Working alongside PARs are tag and passport systems, which provide physical tracking of personnel. In the tag system, each firefighter carries an ID tag, often metallic or made of durable plastic, marked with identifying information. Upon entering a hazardous area, the tag is given to an accountability officer or placed on a status board. This tag is returned when the firefighter exits, creating a simple but effective method of tracking who is inside and where.

The passport system expands this concept to entire teams. Each fire apparatus carries a board or card with Velcro name tags representing each crew member. When a unit is assigned to a specific operational area, the passport is handed over to a supervisor in that division. As crews move between zones or rotate out for rest and rehabilitation, their status is updated on the board. This gives command staff a clear view of who is working where at any given moment.

These systems prevent freelancing by making sure only assigned and accounted-for personnel are operating within hazard zones. In a mayday event, they enable rapid identification of missing members and their last known positions. This drastically reduces the time needed for rescue. They also make PARs more efficient and reliable by supporting them with tangible records, not just mental tallies.

Fire departments that integrate these accountability methods into their everyday operations, not as red tape but as strategic tools, are better prepared to keep their members safe during critical incidents. Accountability systems are not bureaucratic burdens. They are proven life-saving frameworks.

José Musse, Director of Fire Training Center of Peru

New York City

DESASTRES.org

*The Fire Training Center of Peru (Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales) is an independent, privately operated organization with no affiliation to the Peruvian government or any official fire service.

Sunday, June 8, 2025

Como Crear y Entrenar Equipos de Intervención Rápida (EIR)

En 1997, el Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales del Perú (Fire Training Center of Perú) comenzó a impartir cursos para conformar Equipos de Intervención Rápida para los bomberos municipales de todo el país, así como para bomberos profesionales, especialmente aquellos que trabajan en la minería. De su experiencia surgieron varias lecciones importantes sobre lo que se necesita para formar equipos fuertes y efectivos.

Un Equipo de Intervención Rápida, o EIR, es absolutamente crucial para la seguridad del bombero. El único propósito de este equipo es rescatar a bomberos que se encuentren atrapados o en peligro durante un incendio o emergencia. Ya sea que su departamento sea completamente profesional, una mezcla de profesionales y voluntarios, o totalmente voluntario, contar con un EIR bien entrenado y equipado puede marcar la diferencia entre un susto y una pérdida trágica. Establecer un programa de entrenamiento para EIR no es algo que se haga de la noche a la mañana. Requiere planificación cuidadosa, instrucciones claras y compromiso de todos los involucrados, especialmente del liderazgo y de los mismos bomberos. Antes de comenzar el entrenamiento, es esencial comprender realmente qué hace un EIR. No es simplemente un grupo de respaldo esperando en la línea lateral. Su misión es muy específica: localizar y rescatar a bomberos que estén desaparecidos, heridos o atrapados. Eso significa que el equipo necesita habilidades especiales, concentración fuerte y trabajo en equipo. Para construir su programa sobre bases sólidas, consulte estándares nacionales como la NFPA 1407, que detalla el entrenamiento de Equipos de Intervención Rápida, así como la NFPA 1500 (que se enfoca en programas de seguridad y salud) y la NFPA 1561, norma sobre sistemas de manejo de incidentes. Estos proporcionan un marco sólido para estructurar su capacitación.

La literatura del servicio contra incendios respalda cuán vital es el entrenamiento de EIR. Libros como Firefighter Safety and Survival de Anthony Avillo profundizan en tácticas de rescate y muestran por qué los equipos de intervención rápida salvan vidas. The Essentials of Fire Fighting de IFSTA es otra guía fundamental, ofreciendo consejos prácticos y una mentalidad clave para el trabajo de EIR.

El siguiente paso es reunir a los instructores adecuados y el equipo necesario. Lo ideal son entrenadores con experiencia real en rescates y respuesta a situaciones MAYDAY, que conozcan bien los desafíos y tácticas. Su entrenamiento necesitará el equipo apropiado, incluyendo botellas de aire adicionales, herramientas para entrada forzada como halligans y hachas, cámaras térmicas cuando sea posible, cuerdas de rescate y elementos que simulen estructuras colapsadas o espacios confinados para prácticas realistas.

El entrenamiento debe comenzar con sesiones en aula que cubran procedimientos de EIR, comunicaciones MAYDAY, responsabilidades legales y lecciones aprendidas de emergencias con bomberos, usando informes de la Administración de Bomberos de EE. UU. y NIOSH. Estas historias reales destacan cómo la intervención rápida puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, enfatizando la necesidad de acción rápida y coordinada.

Una vez que la teoría esté clara, es momento de desarrollar habilidades prácticas. Los bomberos practican cambiar cilindros de aire, arrastrar a compañeros caídos, romper paredes y desplazarse por espacios estrechos y llenos de humo. La etapa final debe consistir en simulacros realistas que imiten el ambiente del incendio baja visibilidad, radios sonando, alarmas y presión para actuar rápido. Cuanto más realista sea el entrenamiento, mejor preparado estará su equipo en una emergencia real.

Se debe planificar entre 24 y 30 horas para cubrir el entrenamiento básico de EIR, desde el aula hasta los ejercicios prácticos. Luego de eso, el equipo debe reunirse y entrenar al menos una vez al mes para mantener las habilidades agudas, enfocándose en cambios de SCBA, arrastres de bomberos, entrada forzada y comunicación clara. Los departamentos con muchas llamadas o edificios complejos deberían considerar simulacros a gran escala trimestrales para mantener la preparación.

¿Y si su departamento no tiene cámaras térmicas?

Aunque las TICs (cámaras térmicas) son increíblemente útiles para encontrar bomberos rápidamente a través del humo y la oscuridad, muchos departamentos pequeños o voluntarios no tienen acceso a ellas. Los EIR aún pueden operar eficazmente sin estos dispositivos si cuentan con entrenamiento fuerte, comunicación efectiva y técnicas tradicionales de búsqueda, como el uso de cuerdas y mantener la orientación. La clave es un entrenamiento frecuente y realista para compensar la falta de tecnología.

Para que el entrenamiento de EIR funcione de verdad, debe ser parte de la cultura diaria de su departamento. Esto significa incluir claramente los roles de EIR en sus Procedimientos Operativos Estándar. Cada incendio debe tener un EIR asignado desde el momento en que llegan las unidades, y su enfoque debe ser exclusivamente el rescate, no la supresión de incendios ni otras tareas. El entrenamiento también debe enfatizar la responsabilidad y la disciplina en el uso del radio para que todos se mantengan coordinados. Los Comandantes de Incidente juegan un papel crítico al saber cuándo y cómo desplegar a los equipos EIR durante los incidentes.

Finalmente, asegúrese de revisar cada sesión de entrenamiento con comentarios honestos sobre qué funcionó y qué puede mejorar. Lleve buenos registros de las horas de entrenamiento y evaluaciones de habilidades. Las habilidades de rescate se pierden rápidamente sin práctica, por lo que es esencial hacer repasos frecuentes y evaluaciones anuales del programa. Estar siempre listos para responder efectivamente puede salvar a sus hermanos y hermanas bomberos cuando más lo necesiten.

José Musse

New York City

Starting a Rapid Intervention Team (RIT) Training Program

Back in 1997, the Fire Training Center of Peru (Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales) began running courses to set up Rapid Intervention Teams for municipal firefighters across the country, as well as professional firefighters especially those working in mining. From their experience, several important lessons emerged about what it takes to build strong, effective teams.

A Rapid Intervention Team, or RIT, is absolutely crucial for firefighter safety. This team’s sole purpose is to rescue firefighters who find themselves trapped or in danger during a fire or emergency. Whether your department is fully career, a mix of career and volunteer, or entirely volunteer based, having a well trained and equipped RIT can be the difference between a near miss and a tragic loss. Setting up a RIT training program isn’t something you do overnight. It demands thoughtful planning, clear instruction, and commitment from everyone involved, especially leadership and the firefighters themselves.

Before jumping into training, it’s essential to truly understand what a RIT does. This isn’t just a backup group waiting on the sidelines. Their mission is laser focused: locate and rescue firefighters who are missing, injured, or trapped. That means the team needs special skills, strong concentration, and teamwork. To build your program on solid ground, look at national standards like NFPA 1407, which covers Rapid Intervention Crew training in detail, as well as NFPA 1500 (which focuses on safety and health programs) and NFPA 1561, the standard on incident management systems. These provide a solid framework to shape your training.

Fire service literature backs up how vital RIT training is. Books like Firefighter Safety and Survival by Anthony Avillo dive into rescue tactics and show why rapid intervention teams save lives. The Essentials of Fire Fighting from IFSTA is another go to guide, offering practical training advice and a mindset that’s key for RIT work.

Next up is assembling the right instructors and gear. Trainers with real-world rescue experience and MAYDAY response skills are ideal they know the challenges and tactics inside and out. Your training will need proper equipment, including extra air bottles, forcible entry tools such as halligans' and axes, thermal imaging cameras when possible, rescue ropes, and props that mimic collapsed structures or confined spaces for realistic practice.

The training itself should start with classroom time covering RIT procedures, MAYDAY communications, legal responsibilities, and lessons learned from firefighter emergencies, using reports from the U.S. Fire Administration and NIOSH. These real life stories highlight how rapid intervention can mean the difference between life and death, emphasizing the need for quick, coordinated action.

Once the theory is down, it’s time for hands on skill building. Firefighters practice switching air cylinders, dragging downed comrades, breaking through walls, and navigating tight, smoky spaces. The final stage should be realistic drills simulating what it’s like on the fireground low visibility, radio chatter, alarms sounding, and pressure to act fast. The more lifelike the training, the better prepared your team will be in a real emergency.

Plan for about 24 to 30 hours to cover basic RIT training, from classroom to practical exercises. After that, the team should meet and drill at least once a month to keep skills sharp, focusing on SCBA changes, firefighter drags, forcible entry, and clear communication. Departments with many calls or complex buildings should consider quarterly full scale drills to maintain readiness.

What if your department doesn’t have thermal cameras?

While TICs are incredibly helpful for quickly finding firefighters through smoke and darkness, many smaller or volunteer departments don’t have access to them. RITs can still operate effectively without these devices by relying on strong training, communication, and traditional search techniques such as using search ropes and maintaining orientation. The key is regular, realistic training to compensate for the lack of technology.

For RIT training to truly work, it has to be part of your department’s everyday culture. This means including RIT roles clearly in your Standard Operating Procedures. Every fire should have a RIT assigned from the moment units arrive, and their focus must be solely on rescue not fire suppression or other tasks. Training should also emphasize accountability and radio discipline so everyone stays coordinated. Incident Commanders play a critical role in knowing when and how to deploy RIT teams during incidents.

Finally, make sure to review every training session with honest feedback about what worked and what could improve. Keep good records of training hours and skill assessments. Rescue skills fade quickly without practice, so frequent refreshers and annual program evaluations are essential. Staying ready to respond effectively can save your firefighter brothers and sisters when they need it most.

José Musse, Director of Fire Training Center of Peru

New York City

DESASTRES.org

Monday, June 2, 2025

Transitional Fire Attack: Not Defensive, Not Aggressive, Just Effective

Back in the early 2010s, Steve Kerber from the UL Firefighter Safety Research Institute (UL FSRI) and Dan Madrzykowski at the National Institute of Standards and Technology (NIST) ran some important live-fire tests. They showed that applying water from the outside of a burning structure can quickly lower the temperatures inside. Importantly, a quick water spray from the outside doesn’t push the fire into areas that haven’t burned yet.

If you want to dive deeper into this, two great books are Fire Dynamics by Gregory Gorbett and Fireground Strategies by Anthony Avillo.

So, what exactly is a transitional fire attack? It’s a tactic where firefighters spray water from the outside to cool down the fire environment fast, before moving inside to fight the fire directly. The word “transitional” fits because it marks the change from a defensive, exterior approach to a more aggressive, interior attack.

In action, firefighters usually spray water through a window or door. This knocks down the main flames, reduces heat, and slows how fast the fire spreads making things safer for the crews who will go inside next.

Research from UL FSRI and NIST has proven that this method lowers room temperatures a lot and helps prevent flashovers. This is especially true in modern homes, where synthetic furniture causes fires to spread quickly and produce dangerous heat and smoke. Hitting the fire with water from outside before going in helps reduce the fire’s energy, giving firefighters more time and making the environment safer.

When does transitional attack make sense?

When there’s high heat and visible flames coming out of doors or windows. If the first engine crew is short-staffed.

When one or more rooms are heavily involved in fire.

If there’s a known or suspected life hazard that might benefit from quick fir. knockdown.

Some people confuse transitional attack with a fully defensive tactic or think it means giving up on rescuing people inside. That’s not true. It’s a strategic move meant to help the interior attack not replace it.

There are critics who worry that spraying water from outside might push fire into untouched areas. But studies from UL FSRI show that’s not the case. Proper exterior water application actually cools and controls the fire. On the flip side, waiting too long to apply water lets the fire grow worse, putting everyone in more danger.

But it’s not without challenges.

Transitional fire attack works well only if done right. Poor timing, lack of training, or bad communication can make things worse putting firefighters and civilians at risk. It’s crucial for incident commanders and crews to know the plan and coordinate closely.

One big risk is confusion on the fireground if the interior team doesn’t realize water will be applied from outside or thinks it means the whole operation has turned defensive.

Ventilation also has to be coordinated carefully. Opening doors or windows before water is applied can feed the fire more oxygen, making it grow faster and raising the risk of flashover. Bad timing here can undo all the benefits.

This tactic isn’t just about spraying water through a window. Firefighters need to use a straight or solid stream aimed carefully at the ceiling or upper part of the room. That cools down the hot gases and cuts thermal energy. Using the wrong nozzle or taking too long outside can delay the interior team and rescue efforts.

If there are victims in or near the fire room, spraying water from outside could slow rescue or even cause injuries from steam and heat moving around. That’s why a good size-up and careful assessment of where victims might be is key before using a transitional attack.

José Musse, Director of Fire Training Center of Peru New York City

DESASTRES.org

Ataque Transicional: Ni Defensivo, Ni Agresivo, Solo Efectivo

A principios de la década de 2010, Steve Kerber del Instituto de Investigación de Seguridad para Bomberos de UL (UL FSRI, por sus siglas en inglés) y Dan Madrzykowski del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) realizaron importantes pruebas en incendios reales. Demostraron que aplicar agua desde el exterior de una estructura en llamas puede reducir rápidamente las temperaturas en el interior. Lo más importante: una rápida aplicación de agua desde el exterior no empuja el fuego hacia zonas que aún no han sido afectadas.

Si deseas profundizar más en este tema, dos excelentes libros son Fire Dynamics de Gregory Gorbett y Fireground Strategies de Anthony Avillo.

Entonces, ¿qué es exactamente un ataque transicional al fuego? Es una táctica en la que los bomberos aplican agua desde el exterior para enfriar rápidamente el ambiente del incendio, antes de ingresar al interior para combatir el fuego directamente. La palabra “transicional” es adecuada porque marca el cambio de un enfoque defensivo exterior a un ataque interior más agresivo.

En la práctica, los bomberos normalmente lanzan agua a través de una ventana o una puerta. Esto disminuye las llamas más intensas, reduce el calor y ralentiza la propagación del fuego, haciendo que el entorno sea más seguro para las cuadrillas que ingresarán después.

Las investigaciones del UL FSRI y del NIST han demostrado que este método reduce significativamente las temperaturas en los compartimentos y ayuda a prevenir los flashovers (combustiones súbitas). Esto es especialmente cierto en viviendas modernas, donde los muebles sintéticos provocan una rápida propagación del fuego y generan calor y humo peligrosos. Aplicar agua desde el exterior antes de ingresar ayuda a reducir la energía del incendio, dando más tiempo a los bomberos y haciendo el ambiente más seguro.

¿Cuándo tiene sentido usar un ataque transicional?

Cuando hay altas temperaturas y llamas visibles saliendo por puertas o ventanas.

Si la primera unidad que llega tiene poco personal.

Cuando una o más habitaciones están completamente envueltas en llamas.

Si existe un riesgo conocido o sospechoso para la vida que podría beneficiarse de una rápida supresión del fuego.

Algunas personas confunden el ataque transicional con una táctica completamente defensiva o piensan que significa abandonar el rescate de personas en el interior. Eso no es cierto. Es una medida estratégica diseñada para apoyar el ataque interior, no para reemplazarlo.

Hay críticos que temen que aplicar agua desde el exterior pueda empujar el fuego hacia zonas no afectadas. Pero los estudios del UL FSRI demuestran que no es así. Una aplicación adecuada de agua desde el exterior en realidad enfría y controla el fuego. En cambio, esperar demasiado para aplicar agua permite que el incendio crezca, aumentando el peligro para todos.

Pero no está exento de desafíos.

El ataque transicional funciona bien solo si se realiza correctamente. Una mala sincronización, la falta de capacitación o una comunicación deficiente pueden empeorar la situación y poner en riesgo a los bomberos y civiles. Es fundamental que los comandantes de incidente y las cuadrillas conozcan el plan y se coordinen estrechamente.

Uno de los principales riesgos es la confusión en la escena del incendio si el equipo interior no sabe que se aplicará agua desde el exterior o si piensa que la operación se ha vuelto totalmente defensiva.

La ventilación también debe ser cuidadosamente coordinada. Abrir puertas o ventanas antes de aplicar agua puede alimentar el fuego con más oxígeno, provocando un crecimiento más rápido y aumentando el riesgo de flashover. Una mala sincronización aquí puede anular todos los beneficios.

Esta táctica no se trata solo de rociar agua por una ventana. Los bomberos deben usar un chorro directo o sólido dirigido cuidadosamente al techo o la parte superior de la habitación. Esto enfría los gases calientes y reduce la energía térmica. Usar la boquilla incorrecta o tardar demasiado afuera puede retrasar al equipo interior y los esfuerzos de rescate.

Si hay víctimas dentro o cerca de la habitación en llamas, rociar agua desde el exterior podría retrasar el rescate o incluso causar lesiones por el vapor y el calor desplazado. Por eso es clave hacer una buena evaluación inicial (size-up) y analizar cuidadosamente dónde podrían estar las víctimas antes de usar un ataque transicional.

José Musse

New York City

Saturday, May 24, 2025

The Tactical Shift: From Extinguishment to Environment Control

Being a veteran firefighter who began his career in the 1980s, I was raised on the teachings of Lloyd Layman. For that reason, the emergence of the Iowa Method in the 1990s was a hard pill to swallow. It felt like being told your father was no longer relevant.
The Layman Method was designed for a different era, one with limited understanding of fire behavior and fewer options for coordinated rescue. The Iowa Method represents a modern shift in fireground philosophy: from steam production to thermal cooling, from external suppression to interior survivability, and from indirect smothering to coordinated entry and life safety. This is not merely a tactical preference; it’s a fundamental evolution in how we fight fires and save lives.

As fire science and structural firefighting tactics evolve, so must our methods on the fireground. Among the most significant shifts in fire suppression philosophy is the transition from the Lloyd Layman Method, developed in the mid-20th century, to the Iowa Method, introduced in the 1990s and grounded in modern research. While both techniques were created to address fires in enclosed spaces, the Iowa Method has emerged as the superior approach due to its scientific foundation, enhanced safety for occupants and firefighters, and increased operational effectiveness.

The Iowa Method was developed through research led by the University of Iowa in collaboration with multiple fire departments. It is built upon an advanced understanding of compartment fire behavior, specifically the dynamics of heat, gas layering, flashover potential, and smoke movement. This method uses short, pulsed bursts of water aimed at the hot gas layer near the ceiling, delivered from within the structure. The objective is not to extinguish the fire immediately but to cool the thermal environment, delay or prevent flashover, and improve conditions for interior search and rescue.

Developed during World War II, the Layman Method uses an indirect fire attack, introducing a fog stream through a window or door without entering the structure. The mist rapidly converts to steam, theoretically displacing oxygen and smothering the fire. While this approach was effective in enclosed environments like ship cargo holds, it poses serious risks in residential or commercial structures: excessive steam can cause fatal burns to trapped civilians, visibility is significantly reduced, hindering interior navigation, search and rescue are delayed until after suppression, and it does not account for modern construction or synthetic fuel loads.

The Iowa Method corrects many of Layman’s shortcomings while introducing several critical life-saving benefits. Firefighters enter in a coordinated manner and apply water directly to the gas layer, allowing them to manage the thermal environment rather than just suppress flames from the outside. Cooling the overhead gas layer improves visibility, reduces radiant heat, and buys valuable time for rescuing trapped occupants. By lowering the temperature of the upper gas layer, the Iowa Method significantly reduces the risk of flashover, the deadliest threat in a structure fire. Short, controlled water bursts prevent over-application, reducing water damage to property and minimizing steam production, creating a safer environment for both civilians and firefighters.

Under the Layman Method, a 95 GPM nozzle delivering just 47.5 gallons of water can generate over 80,000 gallons of steam. That steam can quickly fill a room, potentially injuring or killing civilians trapped inside. In contrast, the Iowa Method might use only 16.5 gallons across five quick pulses, enough to cool the compartment without flooding it. The resulting water accumulation is about 0.26 inches, just enough to bring down the temperature while preserving survivability.

The transition from the Layman Method to the Iowa Method represents more than a change in tactics. It reflects our commitment to science, safety, and saving lives. By adapting to modern fire behavior and incorporating evidence-based strategies, today’s firefighters are better equipped than ever to protect life and property.

José Musse, Director of Fire Training Center of Peru
New York City
DESASTRES.org

Monday, April 28, 2025

Por Qué los Bomberos Beben Implementar Manuales para Gestionar los Conflictos entre el Personal

En el servicio de bomberos, la importancia de los manuales de procedimientos en emergencias claros y consistentes es universalmente reconocida para las operaciones de emergencia. Cada bombero sabe lo que se espera de él cuando suena la alarma. Sin embargo, muchos departamentos pasan por alto la necesidad de manuales de procedimientos en emergencias que aborden los conflictos y los problemas interpersonales que pueden surgir dentro del cuartel de bomberos. Aunque estos problemas no estén directamente relacionados con las llamadas de emergencia, pueden ser igual de disruptivos. Cuando una disputa personal entre bomberos se traslada al lugar de trabajo, puede rápidamente socavar la moral, la cohesión e incluso la seguridad.

Los manuales de procedimientos en emergencias van más allá de los procedimientos técnicos, como las presiones de las bombas, la colocación de escaleras o las tácticas de ventilación. También sirven como una expresión crucial de los valores, las expectativas y el compromiso del departamento con la rendición de cuentas. En cuestiones de recursos humanos, la falta de un proceso claramente documentado a menudo obliga a los oficiales a tomar decisiones improvisadas. Esto puede dar lugar a resultados inconsistentes, posibles exposiciones legales y una ruptura en la cultura del lugar de trabajo.

Aunque el comportamiento fuera del servicio pueda parecer fuera del alcance de la supervisión del departamento, la realidad es que los conflictos personales no resueltos a menudo afectan el desempeño en el trabajo. Ya sea que el problema implique una traición romántica, un préstamo personal que salió mal o daños a la propiedad entre compañeros de trabajo, las consecuencias pueden crear un ambiente de trabajo tóxico, erosionando la confianza y poniendo en peligro los esfuerzos de respuesta ante emergencias. Estas situaciones no son hipotéticas. Ocurren en departamentos de todo el país y deben abordarse de manera proactiva.

Los departamentos de bomberos tienen la obligación legal de responder a tales conflictos de acuerdo con la ley federal. El Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964 exige que los empleadores mantengan un lugar de trabajo libre de acoso y discriminación. Esto se extiende a la conducta fuera del servicio si crea un ambiente hostil en el trabajo. En el caso emblemático Burlington Northern & Santa Fe Railway Co. v. White (2006), la Corte Suprema de los EE. UU. falló que los empleadores podían ser considerados responsables por acciones represalias que pudieran “disuadir a un trabajador razonable de presentar o respaldar una denuncia de discriminación.” Esta decisión amplió el alcance de la responsabilidad del empleador más allá de las acciones directamente relacionadas con el trabajo.

Los departamentos de bomberos que operan bajo acuerdos sindicales también deben tener en cuenta los procedimientos de quejas y los fallos de arbitraje anteriores. En Fire Fighters Union v. City of Cleveland (2011), el tribunal falló a favor de un bombero que había sido despedido debido a un conflicto personal que escaló hasta convertirse en tensión laboral. El fallo destacó que el departamento no aplicó un proceso de resolución de conflictos justo y consistente, violando así los principios del debido proceso y las protecciones sindicales.

La Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA) también ha resaltado la importancia de abordar estos problemas. La NFPA 1500, Sección 11.1.1, ordena que los departamentos de bomberos "desarrollen políticas para gestionar las relaciones interpersonales, los conflictos laborales y el estrés para garantizar la seguridad y el bienestar de sus miembros." De manera similar, la Administración de Incendios de EE. UU. (USFA) y OSHA han destacado la relación entre la armonía en el lugar de trabajo y la seguridad del equipo. La forma en que los bomberos se tratan fuera del lugar del incendio influye directamente en su desempeño en el terreno.

Para cumplir con estos estándares y reducir la responsabilidad legal, los departamentos de bomberos deben desarrollar un manual de procedimientos en emergencias para gestionar los conflictos interpersonales, incluidos los que se originan fuera del servicio. Estas políticas deben definir el código de conducta esperado, aclarar cómo se informan e investigan las quejas, y detallar un proceso estructurado para la mediación o disciplina. Cuando sea necesario, los procedimientos deben incluir la opción de involucrar a recursos humanos, equipos de apoyo entre compañeros o mediadores externos. El reasignamiento de turnos puede utilizarse para aliviar temporalmente el conflicto, pero solo si tiene un propósito operativo y se aplica de manera justa.

Un ejemplo del mundo real proviene de un pequeño departamento en Missouri, que experimentó una interrupción significativa cuando dos bomberos se enredaron en una amarga disputa por un préstamo personal no pagado. Su disputa continua escaló hasta convertirse en altercados verbales en la estación, negándose a trabajar juntos en las emergencias, e incluso quejas públicas ante funcionarios municipales. Debido a que no existían manuales de procedimientos en emergencias para manejar disputas personales, el departamento suspendió a ambos empleados e involucró al consejo municipal para resolver el asunto. Eventualmente, un árbitro dictaminó que el departamento debía desarrollar procedimientos formales para manejar los conflictos internos en el futuro. Fue un punto de inflexión embarazoso pero necesario.

En última instancia, los departamentos de bomberos deben tratar los conflictos internos con la misma seriedad que el riesgo operativo. Un ambiente de trabajo tóxico puede llevar a renuncias, estrés mental, responsabilidad legal y, en el peor de los casos, fracaso operativo durante una emergencia. Aunque no tengas control sobre las relaciones personales o los asuntos financieros de tus bomberos fuera del trabajo, eres responsable de garantizar que mantengan el profesionalismo y el respeto mutuo en el trabajo.

Los departamentos que desarrollan un manual de procedimientos en emergencias para la resolución de conflictos no solo se protegen legalmente. Están preservando la confianza, la integridad y la unidad entre sus miembros. La lucha contra incendios se basa en el trabajo en equipo, y ese equipo debe ser fuerte tanto dentro como fuera del lugar del incendio.

José Musse New York City