Sunday, August 10, 2025

¿Quién es tu Omayra Sánchez?

Últimamente, he comenzado mis conferencias sobre preparación para emergencias haciendo una pregunta al público: ¿Quién es tu Omayra Sánchez?

En 1985, Omayra Sánchez, una niña de 13 años, murió tras quedar atrapada bajo los escombros provocados por la erupción del volcán Nevado del Ruiz en Colombia. Permaneció tres días sumergida en el agua, inmovilizada, mientras los rescatistas no lograban salvarla por falta de equipo adecuado. Su agonía fue transmitida en todo el mundo, convirtiéndose en un símbolo desgarrador de tragedia y del fracaso gubernamental, especialmente por no haber actuado ante las alertas tempranas del volcán. Muchos, incluyéndome, vimos en vivo las transmisiones mientras helicópteros sobrevolaban y llegaban expertos en rescate y bomberos. Sin embargo, al final, Omayra murió ante los ojos de millones de personas en transmisiones nacionales e internacionales.

Desde entonces, Omayra Sánchez se ha convertido en un símbolo de lo que ocurre cuando las organizaciones de rescate no logran proteger a sus ciudadanos. Su historia es un doloroso recordatorio de las consecuencias de estar desprevenidos. Las lecciones que extraemos de su muerte subrayan la necesidad urgente de capacitación, preparación y del equipo adecuado para todos aquellos que no quieren tener una tragedia similar en sus manos.

En la década de 1980, un poderoso terremoto sacudió el norte de Armenia, entonces parte de la Unión Soviética, devastando ciudades como Spitak y lo que hoy es Gyumri. En cuestión de segundos, edificios enteros colapsaron. Alrededor de 25,000 personas murieron, más de 15,000 resultaron heridas y aproximadamente 500,000 quedaron sin hogar. Hospitales, escuelas y fábricas quedaron reducidos a escombros. La magnitud del desastre sobrepasó la capacidad de respuesta de los servicios soviéticos de emergencia y provocó un raro momento de apertura durante la Guerra Fría, cuando países tanto del Este como del Oeste ofrecieron ayuda.

Lo que más llamó la atención, sin embargo, fue la vergüenza que sintieron las autoridades rusas al ver llegar equipos de rescate de Francia, el Reino Unido, Estados Unidos, Japón e Israel, con mejor capacitación y equipamiento. La insuficiencia era innegable. La culpa, abrumadora. Muchos juraron que tal fracaso no volvería a repetirse. De esa determinación nació EMERCOM, el Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia. Se convirtió en una de las agencias de respuesta a emergencias más destacadas del mundo y eventualmente comenzó a desplegar equipos de élite, bien equipados, en desastres internacionales.

Luego, el 25 de enero de 1999, EMERCOM respondió a un terremoto masivo en Armenia —no en la antigua república soviética, sino en una ciudad de Colombia con un nombre inquietantemente similar al que había desencadenado su transformación. Para muchos dentro de EMERCOM, fue como cerrar un círculo. Se habían redimido. De algún modo, habían exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos tenemos nuestra propia Omayra Sánchez. No tiene que ser un desastre catastrófico. Puede ser no haber estirado una línea de manguera lo suficiente para proteger una vivienda. Haber pasado por alto un detalle crítico que empeora la condición de un paciente. O haber ignorado algo pequeño que termina en tragedia.

Creo que el Servicio de Bomberos de Londres enfrentó su propia Omayra Sánchez durante el incendio de la Torre Grenfell en 2017, un edificio residencial de 24 pisos que ardió durante 60 horas y cobró la vida de 72 personas. Los bomberos fueron tomados por sorpresa, a pesar de las advertencias de incidentes anteriores como el incendio de Lakanal House en 2009. Esa tragedia ya había expuesto los peligros del revestimiento combustible y los procedimientos de evacuación defectuosos. Sin embargo, no se tomaron medidas significativas. La política de “quedarse en el lugar” no fue cuestionada, y el uso de materiales inflamables en el exterior continuó. La falta de acción costó vidas. A los ojos de muchos, esa noche el Servicio de Bomberos de Londres falló a las personas que debía proteger. Si aprenden y se preparan para situaciones similares, habrán exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos cometemos errores. Fallamos, y seguiremos fallando, porque somos humanos. Pero en medio de crisis presupuestarias, políticas incoherentes y obstáculos políticos, debemos mantenernos alerta. Debemos construir servicios de emergencia que aprendan de sus propios errores y de los errores de otros.

La clave está en construir un sistema basado en la inteligencia, que revise respuestas pasadas, analice fallos y fomente discusiones abiertas y honestas. Todos tenemos espacio para mejorar. Todos tenemos algo que perfeccionar.

El objetivo no es la perfección. El objetivo es ser mejores que ayer. Ese es el verdadero poder que tenemos en nuestras manos.

José Musse, Director del Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru)

New York City

DESASTRES.org

*El Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru) es una organización independiente de gestión privada, sin afiliación al gobierno peruano ni a ningún servicio oficial de bomberos.