Sunday, August 10, 2025

What Fire Officers Can Learn from Captain Jean-Luc Picard

When we look at the commanding presence of Captain Jean-Luc Picard in Star Trek: The Next Generation, it becomes clear that his way of leading was not just for science fiction. His approach offers enduring lessons for leadership in high-risk, real-world professions like firefighting. Picard’s career in Starfleet was built on ethical integrity and moral courage. In the episode Measure of a Man, he defends the rights of his android officer, Data, standing firm for principle over expedience. In firefighting, the same values apply. Ethical leaders inspire long-term trust, strengthen their crews, and enhance public confidence. Transparent accountability and formal ethics training help departments uphold these values.

Picard was known for calm decision-making under pressure. He famously said, “It is possible to commit no mistakes and still lose. That is not a weakness; that is life.” This mindset is crucial in firefighting where conditions are volatile, outcomes are uncertain, and mistakes can be fatal. Officers who keep their composure and base actions on sound assessment set the tone for safety and efficiency. His ability to empower and develop his crew was another hallmark. In “The Ensigns of Command,” he challenged Data with complex negotiations, encouraging him to grow through responsibility. Fire officers can follow this example by creating mentorship opportunities, giving less experienced members chances to lead in controlled situations, and fostering an environment where professional growth is a shared goal.

Honesty was at the core of Picard’s leadership. In The First Duty, he tells a young officer, “The first duty of every Starfleet officer is to the truth.” For the fire service, truth in after-action reports, open debriefings, and accurate communication are essential for safety and trust. Picard also knew that leadership required adaptability. “There can be no justice so long as laws are absolute,” he said, recognizing the need for judgment in applying rules. Similarly, firefighting leaders must follow standard procedures while adapting to evolving conditions on the ground.

Picard was never afraid to admit when he needed help, even turning to his adversary Q during the Borg crisis. In firefighting, recognizing limits and calling for mutual aid is a sign of wisdom, not weakness. His inclusive command style meant he actively listened to his senior staff, valuing even dissenting views, which parallels the benefit of considering diverse perspectives in fireground strategy.

Beyond tactical skill, Picard balanced strength with humility and took reflective moments amid chaos, often with his signature “Tea, Earl Grey, hot.” In the fire service, short rituals such as quick mental resets or brief team huddles can help maintain clarity in high-stress situations.

Captain Jean-Luc Picard’s leadership embodies ethics, adaptability, mentorship, humility, and the courage to face complexity head-on. These qualities, when applied to modern firefighting, create leaders who inspire trust, nurture skill, and guide their crews through both the predictable and the unexpected. His fictional voyages remind us that great leadership, in space or on the fireground, is not about power but about service, responsibility, and the pursuit of truth.

José Musse, Director of Fire Training Center of Peru

New York City

DESASTRES.org

*The Fire Training Center of Peru (Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales) is an independent, privately operated organization with no affiliation to the Peruvian government or any official fire service.

¿Quién es tu Omayra Sánchez?

Últimamente, he comenzado mis conferencias sobre preparación para emergencias haciendo una pregunta al público: ¿Quién es tu Omayra Sánchez?

En 1985, Omayra Sánchez, una niña de 13 años, murió tras quedar atrapada bajo los escombros provocados por la erupción del volcán Nevado del Ruiz en Colombia. Permaneció tres días sumergida en el agua, inmovilizada, mientras los rescatistas no lograban salvarla por falta de equipo adecuado. Su agonía fue transmitida en todo el mundo, convirtiéndose en un símbolo desgarrador de tragedia y del fracaso gubernamental, especialmente por no haber actuado ante las alertas tempranas del volcán. Muchos, incluyéndome, vimos en vivo las transmisiones mientras helicópteros sobrevolaban y llegaban expertos en rescate y bomberos. Sin embargo, al final, Omayra murió ante los ojos de millones de personas en transmisiones nacionales e internacionales.

Desde entonces, Omayra Sánchez se ha convertido en un símbolo de lo que ocurre cuando las organizaciones de rescate no logran proteger a sus ciudadanos. Su historia es un doloroso recordatorio de las consecuencias de estar desprevenidos. Las lecciones que extraemos de su muerte subrayan la necesidad urgente de capacitación, preparación y del equipo adecuado para todos aquellos que no quieren tener una tragedia similar en sus manos.

En la década de 1980, un poderoso terremoto sacudió el norte de Armenia, entonces parte de la Unión Soviética, devastando ciudades como Spitak y lo que hoy es Gyumri. En cuestión de segundos, edificios enteros colapsaron. Alrededor de 25,000 personas murieron, más de 15,000 resultaron heridas y aproximadamente 500,000 quedaron sin hogar. Hospitales, escuelas y fábricas quedaron reducidos a escombros. La magnitud del desastre sobrepasó la capacidad de respuesta de los servicios soviéticos de emergencia y provocó un raro momento de apertura durante la Guerra Fría, cuando países tanto del Este como del Oeste ofrecieron ayuda.

Lo que más llamó la atención, sin embargo, fue la vergüenza que sintieron las autoridades rusas al ver llegar equipos de rescate de Francia, el Reino Unido, Estados Unidos, Japón e Israel, con mejor capacitación y equipamiento. La insuficiencia era innegable. La culpa, abrumadora. Muchos juraron que tal fracaso no volvería a repetirse. De esa determinación nació EMERCOM, el Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia. Se convirtió en una de las agencias de respuesta a emergencias más destacadas del mundo y eventualmente comenzó a desplegar equipos de élite, bien equipados, en desastres internacionales.

Luego, el 25 de enero de 1999, EMERCOM respondió a un terremoto masivo en Armenia —no en la antigua república soviética, sino en una ciudad de Colombia con un nombre inquietantemente similar al que había desencadenado su transformación. Para muchos dentro de EMERCOM, fue como cerrar un círculo. Se habían redimido. De algún modo, habían exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos tenemos nuestra propia Omayra Sánchez. No tiene que ser un desastre catastrófico. Puede ser no haber estirado una línea de manguera lo suficiente para proteger una vivienda. Haber pasado por alto un detalle crítico que empeora la condición de un paciente. O haber ignorado algo pequeño que termina en tragedia.

Creo que el Servicio de Bomberos de Londres enfrentó su propia Omayra Sánchez durante el incendio de la Torre Grenfell en 2017, un edificio residencial de 24 pisos que ardió durante 60 horas y cobró la vida de 72 personas. Los bomberos fueron tomados por sorpresa, a pesar de las advertencias de incidentes anteriores como el incendio de Lakanal House en 2009. Esa tragedia ya había expuesto los peligros del revestimiento combustible y los procedimientos de evacuación defectuosos. Sin embargo, no se tomaron medidas significativas. La política de “quedarse en el lugar” no fue cuestionada, y el uso de materiales inflamables en el exterior continuó. La falta de acción costó vidas. A los ojos de muchos, esa noche el Servicio de Bomberos de Londres falló a las personas que debía proteger. Si aprenden y se preparan para situaciones similares, habrán exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos cometemos errores. Fallamos, y seguiremos fallando, porque somos humanos. Pero en medio de crisis presupuestarias, políticas incoherentes y obstáculos políticos, debemos mantenernos alerta. Debemos construir servicios de emergencia que aprendan de sus propios errores y de los errores de otros.

La clave está en construir un sistema basado en la inteligencia, que revise respuestas pasadas, analice fallos y fomente discusiones abiertas y honestas. Todos tenemos espacio para mejorar. Todos tenemos algo que perfeccionar.

El objetivo no es la perfección. El objetivo es ser mejores que ayer. Ese es el verdadero poder que tenemos en nuestras manos.

José Musse, Director del Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru)

New York City

DESASTRES.org

*El Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru) es una organización independiente de gestión privada, sin afiliación al gobierno peruano ni a ningún servicio oficial de bomberos.

Wednesday, August 6, 2025

Cómo la Privación del Sueño Pone en Peligro la Seguridad de los Bomberos

Por muchos años, especialmente en los departamentos de bomberos profesionales con turnos de 24 horas, el sueño interrumpido y la fatiga persistente han sido simplemente parte del trabajo. Los bomberos han seguido durante mucho tiempo horarios exigentes como el de 24 horas de trabajo por 48 de descanso o el horario Kelly, respondiendo con frecuencia a emergencias nocturnas, cumpliendo responsabilidades en la estación durante el día e incluso trabajando en empleos adicionales durante sus días libres. En los departamentos de bomberos voluntarios, la situación puede ser igual de demandante, muchos miembros responden a alarmas a cualquier hora, incluso después de una jornada completa en sus trabajos regulares.

Sin embargo, en las últimas dos décadas, estudios científicos en campos como la neurociencia y la salud ocupacional han revelado el profundo impacto que tiene la pérdida crónica de sueño en el rendimiento mental y físico. Se ha demostrado que la privación del sueño deteriora la memoria, la toma de decisiones, la coordinación motora y la capacidad para manejar el estrés, todas habilidades esenciales en el escenario de un incendio.

La Dra. Laura K. Barger, investigadora del sueño en la Facultad de Medicina de Harvard, ha señalado: “La privación del sueño en los bomberos no es solo una cuestión de calidad de vida. Afecta directamente su tiempo de reacción, juicio y capacidad para evaluar riesgos durante las operaciones de emergencia.”

Más allá del rendimiento, la privación del sueño se ha relacionado con una serie de problemas de salud graves. La pérdida de sueño a largo plazo y los trastornos del sueño no tratados están asociados con mayores riesgos de hipertensión, diabetes, depresión, obesidad, accidentes cerebrovasculares e infartos.

Fatiga y seguridad operativa

Numerosos estudios confirman que la fatiga tiene un impacto medible en la seguridad. Cuando los bomberos operan con poco o ningún sueño, sus tiempos de reacción pueden ralentizarse a niveles comparables con los de una persona con una concentración de alcohol en sangre entre 0.05% y 0.1% después de haber estado despierta entre 17 y 24 horas. En ese estado, la toma de decisiones se vuelve poco confiable, especialmente bajo estrés. Los bomberos pueden tener dificultades para reconocer peligros, seguir el desarrollo de las condiciones o comunicarse eficazmente por radio. Los accidentes que involucran vehículos de bomberos tienden a aumentar en las primeras horas de la mañana, cuando la alerta mental está en su punto más bajo.

Un estudio importante, publicado en el Journal of Occupational and Environmental Medicine en 2016, encontró que los bomberos con mala calidad de sueño tenían más del doble de probabilidades de lesionarse mientras estaban de servicio. En reconocimiento de estos hallazgos, el estándar NFPA 1500 de la Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA, por sus siglas en inglés) enfatiza la importancia del sueño como parte de la preparación operativa. También alienta a los departamentos a desarrollar programas formales de gestión de la fatiga.

El sueño y el juicio en el escenario del incendio

Operar en entornos de alto riesgo y de rápida evolución requiere juicio agudo y agilidad mental. En el lugar del incendio, los bomberos deben tomar decisiones rápidas mientras evalúan peligros impredecibles. Cuando una persona está privada de sueño, su cerebro tiene dificultades para bloquear distracciones, seguir los protocolos bajo presión y adaptarse a cambios inesperados en las condiciones.

El Dr. Charles Czeisler, jefe de la División de Medicina del Sueño del Hospital Brigham and Women’s, ha señalado que la pérdida de sueño deteriora la corteza prefrontal, la región del cerebro responsable de la toma de decisiones complejas. Advierte que la fatiga aumenta el riesgo de que los oficiales pasen por alto indicadores clave del comportamiento del fuego, retrasen órdenes de evacuación o comuniquen de forma incorrecta tácticas críticas.

Hacia estrategias más inteligentes

En respuesta a este creciente cuerpo de investigaciones, muchos departamentos de bomberos han comenzado a adoptar estrategias para gestionar la fatiga de manera más efectiva. Estos esfuerzos incluyen limitar los turnos consecutivos de 24 horas, asegurar un tiempo adecuado de recuperación entre llamadas, permitir siestas cuando sea posible e incluir educación sobre el sueño en los programas de formación para bomberos. Algunos departamentos también han comenzado a utilizar tecnología para monitorear la alerta durante despliegues prolongados, como en incendios forestales.

Organizaciones como la Asociación Internacional de Jefes de Bomberos (IAFC, por sus siglas en inglés) y el Consejo Nacional de Bomberos Voluntarios (NVFC) también están promoviendo el cambio. Recomiendan que los departamentos realicen evaluaciones de riesgo por fatiga y diseñen políticas e instalaciones que respalden hábitos de sueño saludables, desde la rotación de turnos hasta dormitorios silenciosos.
José Musse New York City

¿Quién es tu Omayra Sánchez?

ltimamente, he comenzado mis conferencias sobre preparación para emergencias haciendo una pregunta al público: ¿Quién es tu Omayra Sánchez?

En 1985, Omayra Sánchez, una niña de 13 años, murió tras quedar atrapada bajo los escombros provocados por la erupción del volcán Nevado del Ruiz en Colombia. Permaneció tres días sumergida en el agua, inmovilizada, mientras los rescatistas no lograban salvarla por falta de equipo adecuado. Su agonía fue transmitida en todo el mundo, convirtiéndose en un símbolo desgarrador de tragedia y del fracaso gubernamental, especialmente por no haber actuado ante las alertas tempranas del volcán. Muchos, incluyéndome, vimos en vivo las transmisiones mientras helicópteros sobrevolaban y llegaban expertos en rescate y bomberos. Sin embargo, al final, Omayra murió ante los ojos de millones de personas en transmisiones nacionales e internacionales.

Desde entonces, Omayra Sánchez se ha convertido en un símbolo de lo que ocurre cuando las organizaciones de rescate no logran proteger a sus ciudadanos. Su historia es un doloroso recordatorio de las consecuencias de estar desprevenidos. Las lecciones que extraemos de su muerte subrayan la necesidad urgente de capacitación, preparación y del equipo adecuado para todos aquellos que no quieren tener una tragedia similar en sus manos.
En la década de 1980, un poderoso terremoto sacudió el norte de Armenia, entonces parte de la Unión Soviética, devastando ciudades como Spitak y lo que hoy es Gyumri. En cuestión de segundos, edificios enteros colapsaron. Alrededor de 25,000 personas murieron, más de 15,000 resultaron heridas y aproximadamente 500,000 quedaron sin hogar. Hospitales, escuelas y fábricas quedaron reducidos a escombros. La magnitud del desastre sobrepasó la capacidad de respuesta de los servicios soviéticos de emergencia y provocó un raro momento de apertura durante la Guerra Fría, cuando países tanto del Este como del Oeste ofrecieron ayuda.

Lo que más llamó la atención, sin embargo, fue la vergüenza que sintieron las autoridades rusas al ver llegar equipos de rescate de Francia, el Reino Unido, Estados Unidos, Japón e Israel, con mejor capacitación y equipamiento. La insuficiencia era innegable. La culpa, abrumadora. Muchos juraron que tal fracaso no volvería a repetirse. De esa determinación nació EMERCOM, el Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia. Se convirtió en una de las agencias de respuesta a emergencias más destacadas del mundo y eventualmente comenzó a desplegar equipos de élite, bien equipados, en desastres internacionales.

Luego, el 25 de enero de 1999, EMERCOM respondió a un terremoto masivo en Armenia —no en la antigua república soviética, sino en una ciudad de Colombia con un nombre inquietantemente similar al que había desencadenado su transformación. Para muchos dentro de EMERCOM, fue como cerrar un círculo. Se habían redimido. De algún modo, habían exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos tenemos nuestra propia Omayra Sánchez. No tiene que ser un desastre catastrófico. Puede ser no haber estirado una línea de manguera lo suficiente para proteger una vivienda. Haber pasado por alto un detalle crítico que empeora la condición de un paciente. O haber ignorado algo pequeño que termina en tragedia.

Creo que el Servicio de Bomberos de Londres enfrentó su propia Omayra Sánchez durante el incendio de la Torre Grenfell en 2017, un edificio residencial de 24 pisos que ardió durante 60 horas y cobró la vida de 72 personas. Los bomberos fueron tomados por sorpresa, a pesar de las advertencias de incidentes anteriores como el incendio de Lakanal House en 2009. Esa tragedia ya había expuesto los peligros del revestimiento combustible y los procedimientos de evacuación defectuosos. Sin embargo, no se tomaron medidas significativas. La política de “quedarse en el lugar” no fue cuestionada, y el uso de materiales inflamables en el exterior continuó. La falta de acción costó vidas. A los ojos de muchos, esa noche el Servicio de Bomberos de Londres falló a las personas que debía proteger. Si aprenden y se preparan para situaciones similares, habrán exorcizado a su propia Omayra Sánchez.

Todos cometemos errores. Fallamos, y seguiremos fallando, porque somos humanos. Pero en medio de crisis presupuestarias, políticas incoherentes y obstáculos políticos, debemos mantenernos alerta. Debemos construir servicios de emergencia que aprendan de sus propios errores y de los errores de otros.

La clave está en construir un sistema basado en la inteligencia, que revise respuestas pasadas, analice fallos y fomente discusiones abiertas y honestas. Todos tenemos espacio para mejorar. Todos tenemos algo que perfeccionar.

El objetivo no es la perfección. El objetivo es ser mejores que ayer. Ese es el verdadero poder que tenemos en nuestras manos.

José Musse New York City

Sunday, June 15, 2025

Seguridad Operacional

Si no sabes dónde está tu equipo, no tienes el control: el fuego lo tiene. La seguridad operativa es la base de toda respuesta eficaz en el escenario de un incendio. Los bomberos trabajan rutinariamente en condiciones peligrosas y su supervivencia a menudo depende de un compromiso inquebrantable con las prácticas de seguridad establecidas. Estas directrices no son meros procedimientos; son medidas que salvan vidas.

La capacitación ya no es solo un término genérico. No se trata simplemente de aprender a manejar una manguera o escalar con una escalera. Hoy en día, una formación efectiva implica comprender los principales riesgos dentro de tu distrito y desarrollar con tu equipo las respuestas tácticas adecuadas. Es necesario visitar estos lugares, familiarizarse con los posibles escenarios y practicar los planes de respuesta. Estar preparado significa reducir sorpresas relacionadas con los tipos de construcción, cerramientos de edificios y materiales que puedas encontrar.

La Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA, por sus siglas en inglés) aborda esta necesidad crítica mediante la norma NFPA 1500: Norma sobre el Programa de Seguridad, Salud y Bienestar Ocupacional del Cuerpo de Bomberos. Esta norma exige un enfoque integral que incluya planificación de gestión de riesgos, uso adecuado del equipo de protección personal (EPP), capacitación periódica, evaluaciones de aptitud para el servicio y esfuerzos estructurados de rehabilitación durante las operaciones de emergencia. En particular, la Sección 4.1 establece que todo cuerpo de bomberos debe implementar un programa de seguridad y salud destinado a identificar peligros y garantizar un entorno de trabajo seguro para todo el personal.

La Administración de Incendios de los Estados Unidos (USFA, por sus siglas en inglés) refuerza estos objetivos mediante el análisis de datos y operaciones. Sus hallazgos demuestran constantemente que los errores evitables como desviarse de los procedimientos operativos estándar o descuidar principios fundamentales de seguridad siguen siendo una de las principales causas de lesiones y muertes entre bomberos. Su solución recomendada se basa en un liderazgo sólido, cohesión del equipo y una mayor conciencia situacional.

Para garantizar la seguridad desde el nivel de mando, se aplica universalmente el Sistema de Comando de Incidentes (ICS, por sus siglas en inglés) en las escenas de emergencia. Requerido por la norma NFPA 1561 y fundamental dentro del Sistema Nacional de Gestión de Incidentes (NIMS) de FEMA, el ICS ayuda a gestionar los incidentes a través de roles de liderazgo definidos, comunicación estructurada y despliegue sistemático de recursos. Dentro de este marco, la responsabilidad es esencial. Herramientas como los Informes de Responsabilidad del Personal (PAR, por sus siglas en inglés), junto con los sistemas de etiquetas y pasaportes, ayudan a garantizar que todas las personas en la escena estén localizadas en todo momento. Esta supervisión suele estar a cargo de Oficiales de Seguridad capacitados conforme a la norma NFPA 1521.

Un PAR es una confirmación verbal de un líder de equipo o supervisor indicando que todos los bomberos bajo su mando están seguros y localizados. Estas verificaciones se realizan en momentos críticos como después de colapsos o flashovers, tras llamadas de emergencia (mayday), o cuando hay un cambio en la estrategia operativa, por ejemplo, al pasar de un modo ofensivo a uno defensivo. En esencia, actúan como listas de control en momentos donde la claridad y la rapidez son esenciales.

Junto con los PAR funcionan los sistemas de etiquetas y pasaportes, que proporcionan seguimiento físico del personal. En el sistema de etiquetas, cada bombero lleva una placa de identificación, a menudo metálica o de plástico resistente, con información identificativa. Al ingresar a una zona peligrosa, la etiqueta se entrega a un oficial de responsabilidad o se coloca en un tablero de estado. Esta etiqueta se devuelve cuando el bombero sale, creando un método simple pero eficaz para saber quién está dentro y dónde.

El sistema de pasaportes amplía este concepto a equipos completos. Cada vehículo de emergencia lleva un tablero o tarjeta con etiquetas de velcro con el nombre de cada miembro de la tripulación. Cuando una unidad es asignada a una zona operativa específica, el pasaporte se entrega al supervisor de esa división. A medida que los equipos se mueven entre zonas o rotan para descanso y rehabilitación, su estatus se actualiza en el tablero. Esto permite al personal de mando tener una visión clara de quién está trabajando y en qué lugar en todo momento.

Estos sistemas previenen el trabajo independiente (freelancing) al asegurar que solo el personal asignado y contabilizado opere dentro de las zonas de peligro. En caso de una emergencia mayday, permiten identificar rápidamente a los miembros desaparecidos y su última ubicación conocida, reduciendo drásticamente el tiempo necesario para el rescate. También hacen que los PAR sean más eficientes y confiables al respaldarlos con registros tangibles, no solo conteos mentales.

Los cuerpos de bomberos que integran estos métodos de control en sus operaciones diarias, no como una carga burocrática sino como herramientas estratégicas, están mejor preparados para proteger a sus miembros durante incidentes críticos. Los sistemas de responsabilidad no son trabas administrativas. Son estructuras probadas para salvar vidas.

José Musse, Director del Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru)

New York City

DESASTRES.org

*El Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales (Fire Training Center of Peru) es una organización independiente de gestión privada, sin afiliación al gobierno peruano ni a ningún servicio oficial de bomberos.

Operational Safety

If you don't know where your team is, you're not in control, the fire is. Operational safety is the foundation of every effective fireground response. Firefighters routinely work in hazardous conditions, and their survival often hinges on unwavering commitment to established safety practices. These guidelines are not just procedural; they are life-preserving measures.

Training is no longer just a generic term. It’s not simply about learning how to carry a fire hose or handle a ladder. Today, effective training means understanding the key risks within your district and developing the appropriate tactical responses with your team. You need to visit these locations, become familiar with potential scenarios, and practice your response plans. Be prepared. Reduce surprises related to construction types, building enclosures, and materials you may encounter.

The National Fire Protection Association (NFPA) addresses this critical need through NFPA 1500: Standard on Fire Department Occupational Safety, Health, and Wellness Program. This standard calls for a comprehensive approach that includes risk management planning, proper use of personal protective equipment (PPE), regular training, fitness-for-duty evaluations, and structured rehabilitation efforts during emergency operations. Specifically, Section 4.1 mandates that every fire department implement a safety and health program aimed at identifying hazards and ensuring a secure working environment for all personnel.

The U.S. Fire Administration (USFA) reinforces these objectives through data and operational analysis. Their findings consistently show that avoidable mistakes, such as deviating from standard operating procedures or neglecting core safety principles, remain leading causes of firefighter injuries and fatalities. Their recommended solution involves strong leadership, crew cohesion, and enhanced situational awareness.

To ensure safety from the top down, the Incident Command System (ICS) is universally applied at emergency scenes. Required under NFPA 1561 and central to FEMA’s National Incident Management System (NIMS), ICS helps manage incidents through defined leadership roles, structured communication, and systematic deployment of resources. Within this framework, accountability is essential. Tools like Personnel Accountability Reports (PARs), along with tag and passport systems, help ensure that everyone on scene is accounted for at all times. Oversight is typically handled by Safety Officers trained according to NFPA 1521.

A PAR is a verbal confirmation from a team leader or supervisor that all firefighters under their command are safe and accounted for. These checks occur at critical moments such as following collapses or flashovers, after mayday calls, or whenever there is a shift in operational strategy, for example, switching from offensive to defensive mode. In essence, they act as roll calls during moments when clarity and speed are essential.

Working alongside PARs are tag and passport systems, which provide physical tracking of personnel. In the tag system, each firefighter carries an ID tag, often metallic or made of durable plastic, marked with identifying information. Upon entering a hazardous area, the tag is given to an accountability officer or placed on a status board. This tag is returned when the firefighter exits, creating a simple but effective method of tracking who is inside and where.

The passport system expands this concept to entire teams. Each fire apparatus carries a board or card with Velcro name tags representing each crew member. When a unit is assigned to a specific operational area, the passport is handed over to a supervisor in that division. As crews move between zones or rotate out for rest and rehabilitation, their status is updated on the board. This gives command staff a clear view of who is working where at any given moment.

These systems prevent freelancing by making sure only assigned and accounted-for personnel are operating within hazard zones. In a mayday event, they enable rapid identification of missing members and their last known positions. This drastically reduces the time needed for rescue. They also make PARs more efficient and reliable by supporting them with tangible records, not just mental tallies.

Fire departments that integrate these accountability methods into their everyday operations, not as red tape but as strategic tools, are better prepared to keep their members safe during critical incidents. Accountability systems are not bureaucratic burdens. They are proven life-saving frameworks.

José Musse, Director of Fire Training Center of Peru

New York City

DESASTRES.org

*The Fire Training Center of Peru (Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales) is an independent, privately operated organization with no affiliation to the Peruvian government or any official fire service.

Sunday, June 8, 2025

Como Crear y Entrenar Equipos de Intervención Rápida (EIR)

En 1997, el Centro de Entrenamiento de Bomberos Profesionales del Perú (Fire Training Center of Perú) comenzó a impartir cursos para conformar Equipos de Intervención Rápida para los bomberos municipales de todo el país, así como para bomberos profesionales, especialmente aquellos que trabajan en la minería. De su experiencia surgieron varias lecciones importantes sobre lo que se necesita para formar equipos fuertes y efectivos.

Un Equipo de Intervención Rápida, o EIR, es absolutamente crucial para la seguridad del bombero. El único propósito de este equipo es rescatar a bomberos que se encuentren atrapados o en peligro durante un incendio o emergencia. Ya sea que su departamento sea completamente profesional, una mezcla de profesionales y voluntarios, o totalmente voluntario, contar con un EIR bien entrenado y equipado puede marcar la diferencia entre un susto y una pérdida trágica. Establecer un programa de entrenamiento para EIR no es algo que se haga de la noche a la mañana. Requiere planificación cuidadosa, instrucciones claras y compromiso de todos los involucrados, especialmente del liderazgo y de los mismos bomberos. Antes de comenzar el entrenamiento, es esencial comprender realmente qué hace un EIR. No es simplemente un grupo de respaldo esperando en la línea lateral. Su misión es muy específica: localizar y rescatar a bomberos que estén desaparecidos, heridos o atrapados. Eso significa que el equipo necesita habilidades especiales, concentración fuerte y trabajo en equipo. Para construir su programa sobre bases sólidas, consulte estándares nacionales como la NFPA 1407, que detalla el entrenamiento de Equipos de Intervención Rápida, así como la NFPA 1500 (que se enfoca en programas de seguridad y salud) y la NFPA 1561, norma sobre sistemas de manejo de incidentes. Estos proporcionan un marco sólido para estructurar su capacitación.

La literatura del servicio contra incendios respalda cuán vital es el entrenamiento de EIR. Libros como Firefighter Safety and Survival de Anthony Avillo profundizan en tácticas de rescate y muestran por qué los equipos de intervención rápida salvan vidas. The Essentials of Fire Fighting de IFSTA es otra guía fundamental, ofreciendo consejos prácticos y una mentalidad clave para el trabajo de EIR.

El siguiente paso es reunir a los instructores adecuados y el equipo necesario. Lo ideal son entrenadores con experiencia real en rescates y respuesta a situaciones MAYDAY, que conozcan bien los desafíos y tácticas. Su entrenamiento necesitará el equipo apropiado, incluyendo botellas de aire adicionales, herramientas para entrada forzada como halligans y hachas, cámaras térmicas cuando sea posible, cuerdas de rescate y elementos que simulen estructuras colapsadas o espacios confinados para prácticas realistas.

El entrenamiento debe comenzar con sesiones en aula que cubran procedimientos de EIR, comunicaciones MAYDAY, responsabilidades legales y lecciones aprendidas de emergencias con bomberos, usando informes de la Administración de Bomberos de EE. UU. y NIOSH. Estas historias reales destacan cómo la intervención rápida puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, enfatizando la necesidad de acción rápida y coordinada.

Una vez que la teoría esté clara, es momento de desarrollar habilidades prácticas. Los bomberos practican cambiar cilindros de aire, arrastrar a compañeros caídos, romper paredes y desplazarse por espacios estrechos y llenos de humo. La etapa final debe consistir en simulacros realistas que imiten el ambiente del incendio baja visibilidad, radios sonando, alarmas y presión para actuar rápido. Cuanto más realista sea el entrenamiento, mejor preparado estará su equipo en una emergencia real.

Se debe planificar entre 24 y 30 horas para cubrir el entrenamiento básico de EIR, desde el aula hasta los ejercicios prácticos. Luego de eso, el equipo debe reunirse y entrenar al menos una vez al mes para mantener las habilidades agudas, enfocándose en cambios de SCBA, arrastres de bomberos, entrada forzada y comunicación clara. Los departamentos con muchas llamadas o edificios complejos deberían considerar simulacros a gran escala trimestrales para mantener la preparación.

¿Y si su departamento no tiene cámaras térmicas?

Aunque las TICs (cámaras térmicas) son increíblemente útiles para encontrar bomberos rápidamente a través del humo y la oscuridad, muchos departamentos pequeños o voluntarios no tienen acceso a ellas. Los EIR aún pueden operar eficazmente sin estos dispositivos si cuentan con entrenamiento fuerte, comunicación efectiva y técnicas tradicionales de búsqueda, como el uso de cuerdas y mantener la orientación. La clave es un entrenamiento frecuente y realista para compensar la falta de tecnología.

Para que el entrenamiento de EIR funcione de verdad, debe ser parte de la cultura diaria de su departamento. Esto significa incluir claramente los roles de EIR en sus Procedimientos Operativos Estándar. Cada incendio debe tener un EIR asignado desde el momento en que llegan las unidades, y su enfoque debe ser exclusivamente el rescate, no la supresión de incendios ni otras tareas. El entrenamiento también debe enfatizar la responsabilidad y la disciplina en el uso del radio para que todos se mantengan coordinados. Los Comandantes de Incidente juegan un papel crítico al saber cuándo y cómo desplegar a los equipos EIR durante los incidentes.

Finalmente, asegúrese de revisar cada sesión de entrenamiento con comentarios honestos sobre qué funcionó y qué puede mejorar. Lleve buenos registros de las horas de entrenamiento y evaluaciones de habilidades. Las habilidades de rescate se pierden rápidamente sin práctica, por lo que es esencial hacer repasos frecuentes y evaluaciones anuales del programa. Estar siempre listos para responder efectivamente puede salvar a sus hermanos y hermanas bomberos cuando más lo necesiten.

José Musse

New York City